martes, 10 de abril de 2012

viaje de magallanes

Magallanes
Perfil sicológico
Magallanes fue un descubridor, tenia la misma fuerza de voluntad que movio a los demas descubridores. Además de un móvil material por alcanzar riquezas había un motivo espiritual. Vivio en una época en que había un gran deseo por crear nuevas rutas, y el tenía nuevas ideas.
Era un hombre enérgico, valiente y decidido, que ya lo había demostrado en los momentos de lucha contra el enemigo. Esto le valio su ascenso de soldado raso y simple marinero a oficial en tan solo cinco años.
Un trazo caracteristico de su personalidad era que pasaba desapercibido,era paciente y sabía callar y esperar. No le gustaba hacerse notar, no sabía hacerse valer ni querer , pero siempre llevaba a cabo todas las tareas que se proponía.
Magallanes abandona el servicio en el frente porque sufre una herida de lanza en la pierna que le atraviesa el nervio y lo deja impedido para poder correr y montar a caballo. Pudo en este momento retirarse con una merecida pensión pero prefiere seguir en el camino de la lucha y la aventura.
No tenía Magallanes don de gentes, ni flexibilidad o habilidades sociales para conseguir lo que quería. A el rey de portugal núnca le gusto aquel hombre pequeño, borroso, reservado ,que apenas sonreía y no era amable ni complaciente. Nada afable ni comunicativo, el solitario eterno debía crear a su alrededor una atmósfera glacial, pues pocos llegaron a tratarle y ninguno conoció su íntima forma de sentir. Tampoco sabia Magallanes dar cuerpo a sus ideas en la conversación, y por todo esto no logró convercer al rey de portugal para que respaldase su idea de encontrar un nuevo camino hacia oriente.
Era un navegante guerrero, silencioso, contenido, impenetrable y con la mirada puesta en lejanos planes que siempre preparaba cuidadosamente. Núnca se excedía en el optimismo ni se mentía a sí mismo, era calculador, constante, psicólogo y realista.Con su matrimonio Magallanes pasa a ser yerno del alcalde de Sevilla para asegurarse su simpatia.
Nunca supo Magallanes hacerse entender cordialmente ni con sus superiores ni con sus subordinados. Es rudo y prefiere cortar por lo sano a las largas amenazas. Pero en los momentos decisivos en los que se conoce su carácter, Magallanes actúa con frialdad, nunca con precipitación por muy difícil que sea la situación, nunca se acalora y así consigue ver con claridad las cosas y actuar en consecuencia.
Como navegante era paciente, precavido y previsor. Nunca dejaba nada al azar ni a la casualidad, siempre escudriña antes todas las posibilidades para encontrar el verdadero camino. Una de sus mayores virtudes como navegante era su perseverancia. Magallanes era duro y reservado; mantenía una disciplina férrea en su flota, como lo probó con su conducta a raíz de la sublevación; no era propenso a tolerancias ni a consideraciones. Pero, aunque severo, nunca fue cruel y nunca rompió su palabra, era honrado. Sus hombres solamente lo vieron llorar de felicidad cuando por fin consiguió encontrar el estrecho de Magallanes y llegar a los mares del sur.





Preparativos financiación

Aunque había un gran entusiasmo por encontrar nuevos mundos nunca se hubiera podido hacer sin la perspectiva de encontrar en ellos tesoros. Los tesoros de oriente eran las joyas y las especias. Los españoles bordeaban navegando las costas de América para encontrar una nueva ruta que los llevase a oriente. Pero no la encontraban pues América era más grande de lo que ellos creian. Muchos conquistadores intentan dar con el paso hacia el mar del sur pero no lo logran.
Magallanes, que es portugues, le propone a su rey ir en busca de un canal en america que comunique con oriente.Pero el rey de portugal no acepta su propuesta y Magallenes en otoño de 1517 atraviesa la frontera española. La idea de Magallanes es que la corona española financie su proyecto. El 22 de marzo de 1518 Carlos V, en nombre de su madre Juana, incapacitada por locura, firma la “Capitulación“, o sea el compromiso con Magallanes.
Se arma una flota de cinco naves.La flota tiene que estar bien equipada porque no saben lo que van a encontrarse ni el tiempo que durará el viaje. El rey Carlos V se compromete a facilitarle todo lo necesario, pero es Magallanes el que se encarga personalmente llevar todo lo que podría hacerles falta. Cuando el tesorero de la “Casa de la Contratacion“ le dice que no hay dinero en las arcas, el propio Magallanes convence a la corte para asociarse con ciudadanos de solvencia.



Tripulantes
Los pregoneros recorren las calles sevillanas, y hasta Cádiz y Palos; pero no hay modo de reunir los doscientos cincuenta hombres indispensables. Se ha corrido la voz de que llevan comida para dos años y que no es seguro el destino final de la expedición. Por fin logra reunir a un grupo de hombres harapientos y desesperados por cobrar algún dinero. Además el rey Carlos V, por miedo a que tenga Magallanes demasiada independencia, le obliga a no llevar más de cinco portugueses a bordo
Por fin reúnen la tripulación, hablan en diferentes lenguas y son indisciplinados. Pero no le preocupa a Magallanes, sabe que en un par de semanas a bordo podrá confiar en ellos.
Sin embargo los capitanes que le han asignado para tres de los barcos no le gustan. Los manda comparecer cada día y los despide una vez dadas las órdenes, como si fueran unos reclutas, esto no gusta nada a los capitanes. Por unos días, los oficiales españoles aceptan como Magallanes les impone sus órdenes. Pero cuando el almirante, en vez de hacer vela hacia el Sudoeste, hacia el Brasil, acentúa el rumbo más al Sur, y hasta Sierra Leona no deja de bordear la costa africana, Juan de Cartagena le pregunta sin rodeos porque lo hace.

Comida

Magallanes tiene mucha experiencia como marino y sabe que en un viaje a lo desconocido cualquier cosa que se haya olvidado al emprender el viaje ya no puede conseguirse.Y si falta algo importante puede fracasar todo el viaje.
Tiene que calcular lo que consumirán doscientos sesenta y cinco hombres en un viaje del que no se sabe la duración. Solo Magallanes sabe que pueden pasar muchos meses, o incluso años hasta renovar las provisiones. El alfa y omega de la alimentación es la galleta de barco, suficiente para dos años.

La lista de provisiones de Magallanes suma un total de unas seiscientas toneladas : Sacos de harina,de judias, lentejas, arroz, carne, tocino, sardinas, quesos, ajos, cebollas, miel, uva de málaga, pasas,almendras, azucar, vinagre, mostaza, siete vacas que dan leche al principio y después carne. Para mantener los ánimos de la tripulacion Magallanes mandó comprar vino para dos años.

Barcos
Los buques son muy viejos y Magallanes manda a sus operarios trabajar día y noche para arreglarlos según sus instrucciones. Los cinco barcos han sido reparados y Magallanes en persona ha comprobado los arreglos. En sus velas pintan la cruz de Santiago, patrón de España.

En el puerto de Sanlúcar hace pruebas a su flota antes de partir. Conoce los cinco barcos con la misma exactitud que su propio cuerpo. Tienen una sólida anchura y un profundo calado para aguantar mejor las tormentas, además ofrecen mucho espacio para la carga. El buque más grande es el San Antonio capitaneado por Juan de Cartagena. La nave capitana es la Trinidad al mando de Magallanes. La nave Victoria es capitaneada por Luis de Mendoza y la Santiago por Joao Serrao. La diferencia de tonelaje y velocidad de los barcos hace muy difícil mantenerlos en el mar formando un solo grupo. Para mantener la comunicación entre los barcos de noche se instala un sistema especial de señales luminosas.

Geolocalización





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Donde empieza, fecha


El 10 de agosto de 1519 los cinco barcos dejan la rada de Sevilla para seguir río abajo hacia Sanlúcar de Barrameda, donde el rio Guadalquivir desemboca en el mar, aquí tiene lugar la última revisión a la flota. La partida definitiva se produce el 20 de septiembre de 1519 desde Sanlúcar de Barrameda, Cádiz.






Puntos por donde pasa y se para, fecha


Magallanes cambia su rumbo y sigue por la costa africana hasta Guinea donde quedan estancadas dos semanas en el mar en calma y sin viento. El 29 de noviembre, un grito lanzado desde la cofa anuncia la proximidad de la costa brasileña en las inmediaciones de Pernambuco, donde no desembarcan.
El 13 de diciembre, después de un viaje de once semanas sin interrupción, los cinco barcos entran en la bahía de Río de Janeiro. Al cabo de trece días, a fines de diciembre, la flota abandona la extensa bahía inolvidable.
Por fin, el 10 de enero ven levantarse de una extensa llanura la colina que llamarian Montevidi -hoy Montevideo-.
Se guarecen del mal tiempo en la gigantesca bahía que, al parecer, se extiende interminable hacia el Oeste. Durante quince días se pierden tanteando la bahía en busca del estrecho. Pero en realidad es la desembocadura del rio de la Plata.
Si el paso tiene que estar más hacia el Sur. Pero navegar con rumbo al Sur no significa ya acercarse al calor, sino acercarse a zonas polares, pues han traspasado el ecuador.

Cada vez se hace más laborioso y más lento el viaje, porque Magallanes tiene el propósito de bordear la costa. Son explorados a fondo cada insignificante bahía, cada puertecillo, y se hace uso frecuente de la sonda.
Cuando el 24 de febrero llega la flota a la vista de otra ancha e interminable bahía, el golfo de San Matías.
Exploran otras dos con igual resultado: la bahía de los Patos, llamada así porque abundan en ella los pingüinos, y la bahía de los Trabajos, porque fueron terribles los que hubieron de soportar los hombres que allí tocaron tierra.
Por fin, el 31 de marzo se les presenta una nueva bahía en la costa desierta. Lo primero que el almirante escruta, y su última esperanza, es si la bahía se abre, si podría ser el anhelado "paso". No, la bahía es cerrada. De todos modos, Magallanes ordena el avance. Se comprueba que hay frescos manantiales y abundancia de pesca. Magallanes sin pedir consentimiento a nadie, ha decidido detenerse para establecer su cuartel de invierno en San Julián, una bahía desconocida e inhabitada, en el grado cuarenta y nueve de latitud y uno de los más apartados sitios de la tierra, que ningún navegante había señalado jamás.

LA SUBLEVACIÓN
2 abril 1520-7 abril 1520
En aquella prisión de invierno de la bahía de San Julián, cubierta de nubes, habrán de chocar las extremadas diferencias con mucha mayor violencia que en pleno mar
Tres naves: Trinidad, Victoria y Santiago, se oponen ahora al San Antonio y al Concepción, cerrando la boca de la bahía contra cualquier intento de huida de los rebeldes. Magallanes no puede, como almirante, privarse de cien hombres de su tripulación; no tiene más remedio que seguir con los culpables y ganarles el corazón por la bondad, pero atemorizándolos con un castigo ejemplar.

7 abril 1520-28 noviembre 1520
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Cuatro, cinco meses, queda sitiada por el invierno, en puerto de San Julián, la flota de Magallanes. Apenas han cedido las furiosas tormentas invernales, Magallanes intenta el primer empuje. Manda el más rápido de sus barcos, el más ligero, el pequeño Santiago, que gobierna el capitán Serráo, hacia el Sur, a escrutar las bahías y, al cabo de un plazo señalado, estar de vuelta con su informe. Serrão había llegado felizmente a la cómoda embocadura de un río colmado de pesca: río de Santa Cruz; pero, mientras procedían a nuevas exploraciones, la tormenta estrelló el barco contra la costa. Pudo salvarse la tripulación, que estaba esperando auxilio junto a dicho río; dos habían logrado avanzar hasta San Julián, alimentándose, durante aquellos once días, de hierbas y raíces. Es la primera pérdida y no tiene reparación.
Cuando por fin Magallanes, el 24 de agosto, ordena la partida y abandona la bahía de San Julián, dando una última mirada a los dos conspiradores allí abandonados. Tiene una nave menos; tres capitanes han dejado allí la vida y, sobre todo, ha pasado un año entero que no volverá a recuperar, y no se ha encontrado ni se ha realizado nada. Pero después de dos días de navegación, vuelve a detenerse en la desembocadura del río Santa Cruz descubierto por Serráo, y aconseja otro descanso para las naves.

Pero en aquel 26 de agosto de 1520, cuando Magallanes dispone que su tripulación se tome un nuevo descanso de dos meses, se puede decir que ya toca su objetivo.
Unos grados más de latitud, dos días de navegación después de los trescientos, un par de millas después de las tantas que han medido, le faltaban para llegar a su meta.
El 18 de octubre de 1520, al cabo de dos meses, Magallanes ordena una vez más el avance. Al tercer día -21 de octubre de 1520- se levanta por fin un cabo que Magallanes llamó cabo de las Vírgenes, y se abre una honda bahía solitaria. Todos los tripulantes piensan que aquello no puede ser el paso que lleve al Mar del Sur.
Pero Magallanes insiste en dar la vuelta completa a la bahía en contra de la opinión de los demas.

Dos de las naves, la almiranta y la Victoria, se quedan para explorar el exterior de la bahía.
Las otras dos, San Antonio y Concepción, reciben el encargo de avanzar cuanto puedan, pero sin tardar más de cinco días en el regreso. Porque el tiempo es cada día más precioso y más escasas las provisiones.
Las naves Trinidad y Victoria empiezan a costear la bahía, mientras la San Antonio y la Concepción vuelven de su avance hacia el interior de la misma. El capitán del San Antonio aprovecha la situación para desertar y vuelve a España. Con sus cuatro barcos emprende Magallanes animosamente la navegación de aquel canal, que en conmemoración de la festividad del día bautiza con el nombre de canal de Todos los Santos y que la posteridad, agradecida, denominará de Magallanes.
Anclan en la boca del río de las Sardinas y en vez de ser ellos mismos los que exploren el resto del canal hacia el Oeste, Magallanes confía este primer reconocimiento a un bote. Al tercer día, la chalupa vuelve. Han descubierto la salida y han visto por sus propios ojos el mar en que desemboca el canal, el desconocido gran Mar del Sur. El 22 de noviembre de 1520, cumpliendo sus órdenes, los barcos abandonan el puerto junto al río de las Sardinas, y pocos días después pasan el estrecho de Magallanes.
El 28 de noviembre, levan anclas e izan banderas; y los tres barcos saludan con descargas de artillería al mar desconocido.

28 noviembre 1520-7 abril 1521
Así navegan los tres barcos, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta días, y todavía no se divisa la tierra, ni siquiera un signo de esperanza que les indique su proximidad. Y otra semana, y otra, y otra más; cien días.
A consecuencia de la falta de víveres frescos se presenta el escorbuto.
Es que un marino ha visto tierra, tierra por primera vez desde hace tiempo. Una isla. Al llegar más cerca, ven que la isla, y otra más allá, que, en su exasperación, las denominan islas Desventuradas, son tierras de rocas inhabitadas e inhabitables, un yermo sin hombres ni bestias, sin fuentes, sin frutos.
En las islas de los Ladrones hacen acopio de frutos y el agua para los tripulantes. Lo peor ha pasado, y las naves hacen rumbo hacia Oeste con nuevos ánimos.
Al cabo de otra semana, el 17 de marzo, vuelve a surgir la silueta de una isla, ha descubierto otro grupo de islas que ningún europeo había mencionado ni sospechado siquiera: el archipiélago de las Filipinas.
Unas horas, un par de días más de viaje les quedan solamente, durante los cuales aparecen ya los contornos de unas islas a derecha e izquierda. Por fin, al cuarto día, el 28 de marzo, un jueves Santo, la flota aborda en Massawa, una isla diminuta, insignificante, del archipiélago filipino, que en los mapas, corrientes requiere la lupa para no pasarla por alto.
Al cabo de seis días de mar tranquilo y feliz travesía, la flota se avecina a la isla de Cebú. En una diminuta isla, Mactán, opuesta a Cebú, gobierna un rajá llamado Silapulapu, obstinado rival de Humabon. Pero Magallanes no piensa en un verdadero combate.. En esta noche de un viernes, el 26 de abril de 1521, al embarcarse Magallanes con sus sesenta hombres para atravesar el brazo de mar que separa ambas islas muere a manos de los indígenas.

LA VUELTA SIN MAGALLANES
27 abril 1521-6 septiembre 1522

Después de la muerte de Magallanes cargan lo antes posible con el género y la ganancia y salen aprisa con rumbo a las islas de la especiería.
Para mantener la eficacia náutica de los otros dos galeones, es sacrificado una de las tres naves. Toca la suerte del preparado naufragio al Concepción, un barco que ha recorrido ya mucha agua y del cual es de temer que no aguantaría lo que queda por hacer. Esta sentencia de muerte se cumple cerca de la isla Bohol.La carabela es pasto de las llamas. Sólo dos barcos, los últimos, navegan al presente en lo desconocido: el Trinidad, un día la nave abanderada de Magallanes, y el Victoria.

El 6 de noviembre ven elevarse a lo lejos unos montes, las alturas de Ternate y Tidore. Las islas están allí , eran las Molucas. El 8 de noviembre de 1521 tocan tierra en Tidore, una de las cinco islas con las cuales Magallanes soñó toda la vida.

Ya a punto de zarpar, buen número de ellos acogen con palmas la noticia de que solamente uno de los barcos parece apto para resistir el viaje de vuelta, y que unos cincuenta marineros del centenar aproximado deberán quedarse en las felices islas mientras se recompone el otro barco.
Cuarenta y siete hombres, oficiales y marineros, van a emprender el regreso en el Victoria, capitaneado por Juan Sebastián Elcano, y cincuenta y uno permanecerán en Tidore al cuidado del Trinidad.

El 15 de febrero de 1522 salen de un Puerto de la isla de Timor. Elcano ha cargado víveres y agua y fiel al espíritu previsor de su difunto maestro, ha mandado calafatear y reparar la embarcación antes de ser juguete incesante de los vientos y de las ondas durante meses y meses. El 4 de septiembre de 1522, casi tres años después de haber salido del hogar, un grito ronco de júbilo parte de la gavia. Se ve una franja plateada que surca la tierra; el Guadalquivir, que desemboca en el mar junto a Sanlúcar.
De aquí zarparon hace tres años los barcos conducidos por Magallanes: los cinco barcos con sus doscientos sesenta y cinco hombres. Ahora es un solo barco de poca monta el que llega.

6 de septiembre del año 1522
Hacía tiempo que Sevilla, España, el mundo, creían naufragada, perdida, la flota de Magallanes.
¡Sevilla! ¡Sevilla! Ya se dibujan la ribera, el Puerto de las Muelas, del cual salieron.